Tengo dos compañeras en la oficina que comentan largo y tendido sobre ese nuevo concurso de telecinco en el que se enfrentan guapos de electro plano contra listos menos favorecidos físicamente hablando. No he podido evitar el sorprenderme con alguno de los comentarios. A una chica superpijadelamuerte le preguntaron quién era el Dalai Lama y parece que la respuesta fue un escueto "en mi vida". Y a otro/a le pusieron delante una fotografía de Rodrigo Rato y estaba convencido/ de que se trataba de Zapatero. No son precisamente estudiantes de 1º de ESO, así que la cosa tiene aún más delito si cabe. De los feos pero listos comentan menos cosa, quizás porque caen menos en el ridículo elemental, aunque sus cosas tendrán, como todos, imagino.
Cuando era más joven los guapos guapos de verdad me resultaban tremendamente cargantes. Yo soy más bien de esos a los que se suele tildar de "interesante" para esconder su falta de guapura, pero al menos tengo un cociente de tres cifras, lo cual no quiere decir nada, pero ayuda a sentirse un poquito menos Forrest en la vida, por más que Forrest sea un gran personaje, aunque en general este mundillo en el que vivimos le recuerde más por sus carencias que por sus capacidades, que eran muchas y muy evidentes.
En cualquier caso, en enfrentamiento ese entre guapos y listos parece enfocado a encontrar alguna especie de "equilibrio" entre ambas especies. Los guapos, que salga un poquillo más culturizados, los listos, que encuentren esa "belleza interior" y la saquen al exterior para sorpresa y regocijo del personal.
Es una pena ( y una ironía, tratándose de imagen pura y dura, de televisión) que en un programa de esas características no se pueda mostrar el brillo en la mirada que supone resolver un problema o un enigma, la alegría que embellece cualquier rostro cuando uno descubre que es algo más de lo que creía que era, sea guapo o no tan guapo, pero humano al fin y al cabo. Pero bueno, el programa no está para eso, está para otras cosas. Para entretener a una masa que siempre ha hecho exactamente esa distinción, que se guía desde tiempos inmemoriales por el tópico más absoluto, y que cuando ven a un tipo sin pelo comentan cosas como "eso es por pensar demasiado" o cuando ven a una chica no muy agraciada insisten en que tiene dos carreras.
Con estas cosas, siempre recuerdo Gattaca y aquella selección genética tan desastrosa, que permitía seleccionar cualidades físicas y mentales, pero que nunca tenía en cuenta el evidente impacto emocional que determinada selecciòn podía tener en el individuo.
Menos mal que todo era ficción....como el Dalai Lama.
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