Charlando anoche con unos amigos sobre las grandes oportunidades que suele traer el viajar y conocer otras culturas, salió la palabra "tolerancia". Toleramos a otras culturas, toleramos lo que no compartimos....Me resultó algo cuanto menos curioso, pues yo intentaba (y creo que al final lo conseguí) mostrar un punto de vista alejado lo más posible de ese término (por supuesto que toleramos o intentamos tolerar aquello que no nos gusta de determinadas culturas) en contraposición con otro que me gusta mucho más. Enriquecimiento.
El mayor miedo que he encontrado por parte de otras personas, acompañantes inesperados en ocasiones, durante mis viajes fuera de mi país, de mi ciudad, solía mostrarse veladamente como un intento de glorificar lo propio en detrimento de lo ajeno. Recuerdo especialmente los comentarios de cierto individuo durante un viaje por Noruega. Se empeñaba una y otra vez en recordarnos a los demás las maravillas de nuestro país, nuestras buenas carreteras, autovías, autopistas, etc, en detrimento de lo que allí se había encontrado. Lo más curioso es que para nada se le veía disfrutar de unos paisajes que quitaban el hipo , de una naturaleza tan esplendorosa y tan bien integrada en la vida diaria de aquellas gentes (o viceversa) que simplemente a un urbanita redomado como yo le resultaba hasta increíble (y esperanzador). Aquellas gentes no necesitaban unas impresionantes carreteras de cinco carriles ni cosas por el estilo. Su modo de vida las hace casi innecesarias. Yo podía tolerar perfectamente todas aquellas curvas alrededor de una montaña impresionante en su verdor, en contraposición a un gigantesco e inexistente túnel que nos habría ahorrado horas de viaje pero no nos habría enriquecido (al menos a mí) permitiéndonos visitar un paisaje estremecedoramente bello.
Me encanta visitar otras culturas, otros lugares, otros países, simplemente porque no echo de menos mi casa. No soy de esos que están deseando volver a su habitación, a su ciudad, a su "mundo". Odio la expresión "como en casa en ninguna parte" o el refrán "el verdadero viaje es aquel que nos hace apreciar lo que tenemos en casa y nos invita a desear volver". Para eso no viajes, coño, para eso quédate en tu casita, en tu mundo, entre tus cuatro paredes.
Viajar implica descubrir, enriquecerte. Viajar implicar asumir la otra cultura, volver un poquito diferente a cómo eras cuando saliste de casa. Viajar, al menos para mí, es desear volver al lugar al que has viajado, no al punto de partida original.
Etiquetas: manias personales, mis cosas, vacaciones, viajar
Me identifico con lo que expresas. El viaje es enriquecedor, pero sólo cuando respetas al anfitrión, (sean personas o lugares). Si esperas encontrar lo que ya conoces, quizás mejor no salir de tu casa. No hablo de tolerancia, eso se presupone y debería ser un sustantivo implícito en todos nosotros, sino de aprendizaje e interacción.
Un saludo.