05 julio, 2007,9:07 a. m.
Como todos los demás



En mi ciudad los impuestos siguen un contínuo camino de "baldosas amarillas". Entre tres trimestres (dílo en voz alta) se reparten los impuestos de circulación, de recogida de basuras y bienes inmuebles (familiarmente conocido como "contribución"). En resumen, tres impuestos que nos recuerdan lo maravilloso que es ser propietario de un coche y de un piso, casa o apartamento.

Tengo que reconocer que mi coche tiene ya diez años, y nunca me he sentido en la necesidad de cambiar de vehículo cada dos años o cada cuatro, como rezan la mayoría de los anuncios de manera más o menos implícita. No me apetece. Mi coche va como el primer día, y además me gusta y me siento en él más cómodo que en la mayoría de los coches nuevos, cuyas líneas parecen querer meternos en la cabeza que hay que llenarlos con 7 ó más personas.

Por otro lado, siempre he vivido de alquiler. Me gusta, entre otras cosas, porque pago mi cuota mensual y punto. No necesito ser propietario de algo que no se va a venir conmigo a ninguna parte, y puedo cambiar de domicilio si así lo considero necesario. Me he ahorrado en esta vida una pasta en notarios, impuestos, contribuciones, basura y demás "menudencias". En cualquier caso, es mi opinión, no pretendo imponerla, pero siempre me ha fastidiado bastante que sí pretendan imponerme, de manera más o menos velada, que no es así "como se lleva una vida normal" o , peor aún , "como Dios manda". Y claro, examinando esa concatenación de impuestos uno empieza a plantearse si realmente todo este vergel maravilloso de "tu existencia en nuestra sociedad" no nos lo pretenderán vender con el único objetivo de tenernos bien enganchaditos por donde más les conviene.

No es un secreto, a poco que examinemos nuestra existencia cotidiana, que vivimos en una sociedad en la que, para que te salgan las cosas bien, a alquien le tienen que salir mal. Para que tú, o yo, ganemos, alguien tiene que perder. Para que a mi me concedan un préstamo, por ejemplo, para comprarme un coche nuevo o una casa nueva, alguien se va a quedar sin ese préstamo. Si consigues un empleo nuevo, alguien se va a quedar sin él. A los que están por ahí arriba no les importa demasiado que las cosas te vayan bien o mal. Les interesa que vayan "a su manera, en sociedad, de forma contributiva. Por desgracia, esa contribución suele tener que ver muy poco con el desarrollo personal, las ciencias o el conocimiento, y mucho con esos impuestos sobre "vivir a nuestra manera".
Me jodería bastante que, para ganar yo, algún día tengas que perder tú.

Así que, en la medida de lo posible, no, gracias.

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