Este fin de semana tuve que conducir durante uno rato. Ahora ya casi nunca me meto en el coche, y cuando lo hago es para trayectos cortos. Aún así, siempre me ha gustado conducir, pero en ciudad eso es casi imposible hoy en día. De todas formas, meter una bolsa con camisetas y tejanos en el maletero y perderme durante una semana por esos mundos de España es algo que hice cuando era chaval y que de vez en cuando aún vuelve a mi memoria y despierta en mí el deseo de regresar a aquellos años de carné recién estrenado y muchas menos autopistas y autovías.

En cualquier caso, esta anotación no va sobre eso.

Estaba conduciendo este fin de semana cuando ha sonado en la radio un tema de esos que solamente se me podría ocurrir definir como "mítico". Se trata "Wonderful Life", un clásico de los 80´s interpretado por "Black". Todos lo hemos escuchado mil veces. Pero a lo mejor pocos lo habéis escuchado como yo.

Finales de los ochenta. Primavera. Pocas semanas para final de curso. Una noche despejada, esplendorosa. Un lugar que ya no existe. Muy cerca de la playa. Ahora se ha reconvertido en un chalet de lujo, pero en aquellos años era algo así como "el lugar de moda". En medio de aquella noche de increible cielo estrellado y limpio, una gigantesca luna sobre el mar, mis queridas islas cíes al fondo, una cerveza en mi mano, una terraza con sillas y mesas de mimbre, y una compañía que estará a mi lado durante el resto de mi vida.

Y, sonando, Wonderful Life.

Para mí, ese recuerdo, ese olor, esa canción, aquella compañía, aquella luna gigantesca sobre el mar y las estrellas sobre nosotros, son Los 80´s. Claro, también estuvieron Depeche Mode, Madonna y Miami Vice. Y aquellos peinados...aquellas chaquetas...el color rosa...

Pero, aunque los recuerdos se amontonan cuando pienso en esa década, para mi, cuando suena esa canción, siempre vuelven aquellos instantes. Y eso son los ochenta para mí. Una imagen tan nítida como el ordenador que tengo ahora frente a mi, quizás algo falseada por el tiempo, como siempre suele hacer la memoria traidora, pero real.

Y, desde luego, así es como quiero recordar aquellos años, no de otra manera.