El otro día, leyendo la enésima noticia en el dichoso menéame sobre la ley del tabaco y tal, me encuentro en uno de los comentarios con algo parecido a los siguiente:
"A mi lo que me jode es que me digan que mi ropa les huele a tabaco, que les molesta ese olor. Pues claro que huele, soy fumador, es que hasta eso os va a molestar de mi?"
Como dirían en mi tierra, "pero neno, ti pareces parvo". Pues claro que molesta. Si fumas, el olor a tabaco en tu ropa le molestará a alguien que no fuma. ¿Qué te creías, que teníamos que callárnoslo porque nos caes bien?. Pues vas apañado. Como mucho, y porque somos amigos, te lo toleraremos, porque al fin y al cabo, nos caes bien y tienes otras cosas que compensan ese "malestar". Pero no te engañes. Es molesto. Huele. Mucho. Sobre todo si llevas todo el día fumando, rodeado de fumadores, en locales en los que se fuma. Es lo que hay. Asúmelo, no es tan grave. Pero deja de quejarte. Los fumadores siempre os estáis quejando. Que si nos prohiben fumar (es mentira, no os prohiben fumar, pero ojalá que no pudiérais hacerlo en ningun lugar público), que si os tratan como apestados (tampoco es cierto, pero vuestra ropa, vuestra piel, vuestro aliento....huele mal).
Yo estoy acostumbrado. Tengo amigos fumadores (me van a odiar un poquito más cuando lean esta anotación) y no me molesta demasiado. Pero el hecho es así. Ese olor existe, y en ocasiones es molesto. No te me hagas el mártir ni el pobre desgraciado amparándote en la ley del tabaco (demasiado permisiva a mi entender, aunque espero que la cosa cambie). Una vez más, insisto. Asúmelo.
Ah, y una cosa más.
Es cierto. Cuando besas, la otra persona tiene la sensación de estar lamiendo un cenicero.
Etiquetas: manias personales, sociedad
Nunca, jamás, lograré entender que pasa por la cabeza de un fumador cuando dice que "están en su derecho de fumar" cuando imponen ese derecho sobre el de los no fumadores; no logro entender que unión neuronal faya para que no se comprenda que comer en un restaurante junto a un fumador es como hacerlo junto a un tubo de escape con el motor en marcha.
Estoy en mi derecho de no tragarme los restos de sus drogas.