Mientras unos están tremendamente preocupados por cuánto les va a costar llenar su depósito de combustible mañana, millones están preocupados por cuanto les va a costar llenar su estómago. En muchos países, y no hablamos del tercer mundo, hablamos de ahí al lado, a la vuelta de la esquina, algunos alimentos de los que podríamos denominar " de primera necesidad" han visto aumentado su precio en un 75% en los dos últimos años. Todos sabemos lo que ha ocurrido con el pan, el arroz, etc. Por supuesto, vivimos en un mundo intensamente conectado. El hecho de que las ventas de coches disminuyan un 20% afectará al hecho de que ese pan haya subido un 40%, etc. Así es como vivimos, así es como funciona.
El Dalai Lama ha dicho que está completamente a favor de que se celebren los JJOO en China, lo cual me hace sentir más tranquilo, pero que también está a favor de que haya manifestaciones para concienciar al planeta sobre lo que el pueblo tibetano se juega todos los días, siempre que sean pacíficas, y ha hecho hincapié en lo de pacíficas...lo cual me sigue tranquilizando. Siempre me he sentido especialmente simpatizante con el tibet, y confío y espero que algún día puedan liberarse de la opresión china. Sí, opresión, como opresión es que en China seguramente millones de personas no puedan leer este blog por lo que estoy escribiendo en él ahora mismo, porque el gobierno hace un barrido selectivo, porque tiene limitado los accesos a internet y todo lo que ya sabemos. Y sin embargo, también, por afición y convicción, soy simpatizante de los Juegos Olímpicos, y espero y confío en que acudan cuantos más países mejor. Los atletas se lo merecen. Para muchos de ellos, es una ocasión única en su vida, la cita olímpica, y sinceramente, si se hubieran celebrado en España hace unos años, me habría disgustado mucho que se hubieran boicoteado por el apoyo de nuestro país a la invasión ilegal en Irak, por poner un ejemplo.
La verdad, ver el telediario al final del día le hace pensar a uno en que mañana va a ser un día complicado. Se queda uno con el amargo regusto de que todo va a ir a peor.
Y desear y confiar en equivocarse. Aunque sea también por pura convicción en el ser humano, por optimismo...por esperanza.