Leo mientras no disfruto de este puente pero sí de un delicioso cangrejo con sus patas bañadas en cochocolate (sí, los maratonianos hacemos esas cosas, aunque parezca mentira), decía, leo en el periódico que las cuatro guías gastronómicas españolas discriminan a Galicia en sus últimas ediciones. Ningún restaurante con sobresaliente y apenas 7 con un notable. Una desgracia para el periodista que escribió la columna en el periódico. Una bendición para un servidor.
La mayoría de la gente que he conocido fuera de Galicia en mis viajes siempre termina cayendo en el tópico (y un tópico, como muchas otras cosas, suele ser una realidad pasada por el tamiz de la leyenda) de recordarme lo bien que se come en Galicia.
Ya sólo por tener albariño debería ser recordada esta tierra como el paraíso, lo cual no quita que otros vinos no merezcan tal reconocimiento, que de buenos caldos está lleno el paraíso, por supuesto. Pero es que, además de eso, todo el mundo quiere volver. Cómo no iba a ser así, si a esa delicia que es el albariño le unimos una buena centolla, unos percebes, unos pimientos de padrón, unas gambas a la plancha, unos langostinos, un arroz con bogavante...un pulpo a feira!!!!.
En fin, la variedad es tanta que asusta y el placer que produce, aunque solamente sea por probarlo, es inmenso. De este detalle se han dado cuenta los que han elaborado la última campaña de Galicia Calidade de la Xunta de Galicia, que han elegido un lema que, a diferencia de otros en otras ocasiones, me parece perfecto.
Cos ollos pechados. Con los ojos cerrados.
Poco más hay que decir :-)