09 noviembre, 2007,12:59 p. m.
Agüita Amarilla

Andan los alcaldes de media España sin saber muy bien qué hacer, cómo hacer lo que quieren hacer o , simplemente, dudando entre hacer lo que deberían hacer, lo que los vecinos les piden que hagan o lo que democráticamente están obligados a hacer.

Todo esto viene a cuento de lo fácil que resulta comprarse unas botellas de alcohol entre varios menores (o no menores, que narices), y bebérselas en la calle, orinar en los portales, defecar en las escaleras, hacer carreras con los contenedores de basura, darse de hostias, etc, etc, etc....

Argumentan los alcaldes y otros portavoces "sociales" que hay que llegar a acuerdos, que de nada vale prohibir, que la clave está en educar, que tal vez la solución sean los botellódromos y otras cosillas en las que, como siempre, no terminan de ponerse de acuerdo.

Mientras tanto, hay familias que terminan de planchar a las cuatro de la mañana porque no pueden dormir, que se han trasladado los fines de semana de vivienda (o permanentemente), que han visto como les rayaban los coches, como les orinaban en la puerta de casas y otras "menudencias" por el estilo.

Me temo que todo está relacionado con el tema de ser el país que más bares tiene por metro cuadrado y, claro, al final, todo eso se nota en la educación. El que esto escribe reconoce haberse pillado unas buenas tajadillas años ha, y aún de vez en cuando cae una buena botellita de albariño en la comida, pero claro, con el paso de los años, uno disfruta más de la calidad y de la buena compañía que de la cantidad que se bebe, muchas veces con el mero deseo o excusa de conseguir "soltarse " un poquillo atraverse a decirle algo a la chica de turno, o de quedar como "alguien" delante de los amigos cuando interiormente esta sociedad te está haciendo creer que no eres nadie.

Todo parece muy complicado y probablemente no lo sea tanto. A nadie le cabe en la cabeza que se permita destrozar todos los fines de semana el mobiliario urbano que pagamos todos, que no se escuchen las quejas de los vecinos, que estos mismos vecinos tengan que tomar calmantes para dormir y demás. ¿Alguien se imagina esta misma situación en algún país civilizado?. Coño, si seguimos pareciendo una república bananera. No vale el quedar de "buen rollito" con los chavales, algunos "presuntos votantes" y demás gentes de no tan buen rollo. Porque, no nos engañemos, si a ti o a mi nos ven rayando un coche, defecando en la calle, destrozando una estatua o algo así, nos toca pagar y pagar.

Sigo pensando que la solución es meterlos a todos en un botellódromo de esos. Y, los que lean esto y se quejen, que lo hubiesen pensado antes. Ahora les toca pagar por la irrresponsabilidad de aquellos con los que se rieron y aplaudieron cuando estaban completamente borrachos, pero a los que no les dijeron absolutamente nada cuando les vieron comportarse como auténticos gilipollas.

La pasividad, porqué no, también debería tener un precio en este caso.

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1 Comments:


  • At 5:15 a. m., Blogger Jon Mart

    Un tanto drástico, pero no te falta ni una pizca de razón. Hay muchas razones para que un joven acabe borracho como una cuba porque sí, cada uno tiene las suyas y tampoco podemos generalizar; pero claro, estoy seguro que ninguno puede justificar según que acciones. El daño de vienes públicos o los asuntos escatológicos, no tienen ninguna clase de perdón. ¿Pero qué razonamiento vamos a pedir a unos jóvenes que crecen en una sociedad regida por unos políticos que se comportan como vendedores de enciclopedias?

    En fin, que sí, un botellódromo lleno de cubos de basura y urinarios públicos para alejarlos de los núcleos urbanos; solo pido que esto no sea una solución, sino tan solo una medida más.